Las diferentes miradas de Juego de Tronos

Juego de Tronos es una de esas grandes obras, que poco a poco, a través del boca a boca, terminaron por convertirse en clasicos y best-seller.

Supongo que ahora con la serie de TV, todo de se desata, y ya he visto a varias personas en el metro leyendo la novela en sus e-books (madre mía, que rápido se están extendiendo estos aparatos... XD).

Sin embargo, hace ya años que entre los aficionados, existía el run-run acerca de la serie.
Había juegos de cartas coleccionables, juegos de estrategia, juegos de Rol...
Existía la clara conciencia entre los aficionados y las empresas afincadas en el mercado de que Juego de Tronos era sinónimo de calidad, de que merecía la pena.

Personalmente considero que para que un producto cultural se extienda y desarrolle productos afines, debe tener un contenido de calidad. Pese a lo que algunos piensen, el publico no es idiota, y a medio y largo plazo suele apostar por historias de calidad, con unas profundas raíces.

Y eso es lo que, desde el principio, creó George R. R. Martin.
Una historia con profundas raíces, con personajes muy bien construidos, alejados de la simplicidad superficial que algunos subproductos suelen ofrecer, y una estructura de capítulos brillante, en la que la historia nos va siendo mostrada a través de saltos entre las distintas perspectivas de los personajes que habitan en el mundo de los Siete Reinos.

Uno de los aciertos que le tengo que destacar al autor es la brillantez con que usa ese salto de perspectivas. George R. R. Martin nos traslada una y otra vez a diferentes visiones del conflicto, e incluso nos muestra personajes desde cuya perspectiva, el tal conflicto carece de importancia.

Así, para los defensores del Muro, al norte de los Siete Reinos, la guerra por el trono y las rencillas de las diferentes facciones es algo secundario. Llueve sobre mojado, se da a entender. Y su misión, que es defender las tierras de Poniente de las amenazas que poco a poco se dibujan al norte del Muro, merece absorber toda su atención, como una causa atemporal que permanecerá vigente gonierne quien gobierne.

Igualmente, se nos ofrece en algunos puntos la visión de la gente común, los pequeños aldeanos, e incluso los ciudadanos de la Capital, Desembarco del Rey. En estas contadas ocasiones, asistimos a la indiferencia de los pequeños ante las pugnas de los grandes señores.
Muchas veces ni saben cómo ha muerto su rey. ¿Y en verdad les importa? No demasiado, parece ser. Las grandes pugnas forman parte del espectáculo de la ciudad, del colorido de la vida, pero no termina de afectar a los ciudadanos corrientes, que prosiguen con sus quehaceres ajenos a la trama de conspiraciones e intrigas que se mecen por encima de ellos...

Ese es el autentico brillo de la obra. El presentarnos un mosaico de perspectivas variadas, ricas y profundas en sí mismas, a través del cual seguimos el hilo conductor de la pugna entre las grandes casas. Ese juego de perspectivas es lo que define a los grandes escritores. A las grandes obras.

Así pues, vivamos el Juego de Tronos. Elijamos nuestro bando, nuestra mirada entre los diferentes ojos que ven la contienda, y disfrutemos al máximo la gran justa entre las grandes casas. Pues pocas veces el espectáculo ha sido tan variado, y de tanta calidad.