Trailer Alien (1979)

domingo, 5 de junio de 2011

Ciberpunk VIII

Supongo que todos sabían que podía ocurrir.
Tras tantos años hundiendose, el bueno de Scott tocaba fondo y rebotaba hacia arriba…
Ya no le veían en el Templo, apurando uno tras otro los minis de cerveza que le fiaba Max, su viejo compañero de escuela y, probablemente, uno de los pocos amigos que le quedaban.

Le enviaron un par de mensajes por la Data-Red, pero no hubo ninguna respuesta.

Algunos decían que se había ido de la city. Que había hecho acopio de la poca inteligencia que le quedaba, había dado algún palo importante y se había ido a morir al pueblo de Avila donde seguían viviendo un par de familiares suyos y le esperaban algunas tierras que aún no había malvendido en aquellos largos años de caída.

Emma hacía acto de presencia por el local de vez en cuando, acompañada por los especímenes masculinos más variopintos y decadentes.
Cuando Max le preguntó, en un apartado, si sabía algo del desaparecido, ella arrugó la nariz con desagrado. – Por mí puede estar muerto y enterrado. No se si me entiendes…

Y el camarero asintió con la cabeza, inseguro de que decir, y dejó que la chica siguiera camelándose al nuevo semental sin futuro.

Finalmente, pasaron un par de semanas y casi todos le daban por quemado y hundido, cuando apareció una noche a las cuatro de la madrugada.

Una espesa barba le cubría el rostro, y se le veía más delgado y desgarbado de lo habitual.

Max acertó a sentarle en una de las mesas libres y ofrecerle una cerveza y chips nutrientes, tras la sorpresa inicial.
- Que pasó, Scott. Nos tenías preocupados…

- He tenido ajetreo, amigo… - comentó el aludido con una sonrisa nerviosa que comenzó a preocupar al camarero.


Scott le aferró de la manga e hizo que se inclinara. - He conocido a Dios- le susurró. Y la mirada febril del hombre sirvió para corroborar las sospechas de Max. Demencia, Locura.

Negó con la cabeza, triste, mientras miraba a su viejo compañero. - Que te has tomado, tío…

- Nada, joder.- Aseguró Scott. - Le he oído. En las redes. Hablando, narrando sus leyes. Busca siervos, todavía. En este podrido lugar y momento y sigue buscando a sus ovejas… ¿Te lo puedes creer?

Max volvía a negar con la cabeza, pesimista, apesadumbrado. Ecos en las redes, sectas, programas Malware. Cualquiera sabría con lo que había topado el imbecil de Scott.

En la barra, su jefe le llamaba insistentemente. - ¡Que hay mierdas por hacer, joder…!

Antonio no era un hombre paciente, y hace un par de días Max había pedido un adelanto para pagar deudas, así que más valía no tocarle las pelotas en demasía.

Palmeó un par de veces el hombro de Scott, despidiéndose de él.
-Busca ayuda, tío. En serio.

Se alejó de la mesa, entre la clientela, vigilado por su jefe, que murmuraba entre dientes mientras servía whisky a un par de góticas-punk con el cráneo erizado de add-ons y conexiones baratas.

Esa fue la última vez que vieron a Scott.
Casi todos apostaban por su muerte. Un cadáver poco apetecible en una habitación de motel. Cortes en las venas, sobredosis, lejía… Alguna mierda parecida.

Las ex novias no parecían demasiado preocupadas. Un pez menos en el río. Ni el más guapo ni el más noble…

Sin embargo, a Max le gustaba pensar que no todo había terminado para el pobre Scott.
Quería imaginárselo en otra parte, vivo, con algo de pasta y de paz barata en el bolsillo.
Quizás realmente hubiera encontrado algo, allá en la red. Algo de sentido. Un lugar para él y para otros como él, donde el grande no se come al pequeño, y los perdedores aún tienen una segunda oportunidad.

Y así, poco a poco, el bueno de Scott se convirtió en una nuevo tipo de mito y leyenda urbana entre la clientela del bar.

Pasado el tiempo, Max hablaba del tema a algunos habituales del garito, una noche cualquiera, entre jarras de cerveza y videos rock de hace diez años.
- Mierda.- Se burló uno de ellos. - Con treinta años y sigues creyendo en los Reyes Magos…

No hay comentarios: