Los zombies habían entrado en la ciudad.
Pese a las patrullas policiales, y esa pose de competencia del alcalde Carlos, finalmente los zombies del extrarradio rompieron el bloqueo y entraron en las zonas pobladas.
Algunos barrios habían mostrado un exceso de confianza en los grupos de seguridad pública, y no habían establecido grupos de vigilancia voluntarios, y sufrieron las primeras víctimas civiles de la ciudad.
A partir de ahí, la epidemia se extendió lentamente. Los servicios públicos de seguridad estaban rebasados. Hubo muertos entre los policías, y el ejercito apenas podía enviar efectivos para contener la situación.
Roberto y su novia regresaban de visitar a su madre cuando fueron acosados por un pequeño grupo de caminantes.
Roberto era pacifista, y no había comprado un arma de fuego a pesar de las recomendaciones de sus amistades.
Por último, la pareja se vio obligada a salir corriendo evitando a los zombies. Por suerte para ellos ninguno de los muertos había alcanzado a herirles.
Los muertos les siguieron, tambaleantes y erráticos en su caminar.
La fortuna quiso que los jóvenes toparan con una de las patrullas ciudadanas de los alrededores, dos de los miembros iban equipados con rifles de caza y otros dos llevaban bates.
Al tratarse de pocos zombies, la patrulla estaba obligada a buscarlos y erradicarlos sin poner en riesgo sus propias vidas, por lo que siguieron el camino ya andado por la pareja, y localizaron a los caminantes.
Jose, un hombre de unos 40 años, y de pelo muy oscuro, que decía haber sido policía uso el rifle de caza para matar desde una distancia suficiente a cuatro de los zombies.
Finalmente, Diego y Mario, armados con bates y protegidos con trajes de cuero y guantes, destrozaron la cabeza a los torpes zombies solitarios que quedaban en la calle.
-Han tenido mucha suerte, amigos. Señaló Jose.
A partir de ahora no se les ocurra salir a la calle sin protección. Esto ya no es Disneyland.
Roberto y su novia fueron escoltados por la patrulla hasta su casa, y vivieron para contar su historia en las redes, afortunadamente...
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